Me encontraba de frente con la catedral que decoraba con historia la Plaza de Bolivar. La Plaza de Bolivar alberga varios años de existencia, varios años de evolución, puede que incluso... su evolución haya tenido como sacrificio a varias personas que habitaban en el lugar, tanta sangre esparcida por el suelo que ya con el pasar de los años, las manchas se iban desvaneciendo, pero su legitimidad se debe a algo en específico; la catedral.
Al entrar, intenté ser objetivo en mis acciones, no obstante, es imposible cohibir mis pensamientos que como menesteres aparentan ser necesarios en un ambiente que en su momento, tambien creí. Como tener un placebo en el alma que te lleva a limitar una y mil preguntas que surgen de la duda de existir. Me sentía así; tan melancólico, como para recordar cuando confesaba todo pecado que al día de hoy considero que es mi naturaleza. Cada vez que daba un paso hacía adelante, me fijaba en el arte sacro que decoraba la mayor parte de la catedral. Es hermoso - pensé mientras seguía caminando. ¿Podría irme al infierno por ignorante? - me cuestioné. Sus columnas parecían ser perfectas, incluso para esa época, era sinónimo de riqueza y poder... ¿por qué ya no? ¿La gente empezó a pensar más o solo nos desviamos del paraíso por sentirnos más atraídos por la libertad? Incluso, ya me era complicado seguir los patrones de pensamiento, ocasionalmente pienso que era hipócrita de mi parte comulgar después de las cosas que pensaba, mis pensamientos eran la forma más sencilla de pecar, tan sencillo que sería ir al infierno solo por dudar de lo que no veo. La catedral estaba conformada por varios salas, cada una de ellas tenía una función en específico; la sala para aquellos que se sienten miserables por sus acciones (mejor conocido "confesionario"), las demás salas también se dividían por santos y sus milagros, quien iba a pensar que la iglesia manejaba también una oligarquía celestial, Dios se encuentra en el primer puesto, después de él sigue su hijo (Jesus), de ahí para abajo angeles, vírgenes, almas... me adentre hacía mano derecha, donde el altar es más pequeño, pero eso no le quita el costo monetario que sin ser extremistas, debe valer más de lo que alcanzaría conseguir en la mitad de lo que se conformaría mi vida.